El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el 10 de febrero de 2025 que impondrá aranceles del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, sin excepciones ni exenciones. Esta medida ha generado una gran incertidumbre en el mercado y ha llevado a los comerciantes a aumentar los precios de los metales en anticipación a las restricciones comerciales. Aunque Estados Unidos obtiene la mayoría de su acero de Canadá, Brasil y México, los aranceles están dirigidos en gran medida, aunque indirectamente, a China.
China es el mayor productor de acero del mundo, pero Estados Unidos importa muy poco acero directamente de China. Sin embargo, el acero chino llega a EE. UU. de segunda mano, ya que algunos países lo compran y lo reenvían a EE. UU., o bien se lo reetiqueta y lo revenden a través de varios canales. Con la imposición de estos aranceles, es probable que China busque otros mercados para sus exportaciones de acero, y Europa podría ser uno de ellos.
La industria del acero estadounidense ha saludado la perspectiva de los aranceles para proteger los intereses de EE. UU. Sin embargo, esta medida podría desencadenar una guerra comercial que afectaría a las exportaciones estadounidenses y elevaría los precios de otros productos para los consumidores.
Además, los precios adicionales de los metales en EE. UU. han alcanzado niveles récord, lo que ha llevado a un aumento significativo en los costos de producción en sectores como la automoción, la aeroespacial, la producción de petróleo, la construcción y la infraestructura.