Los precios de los metales industriales en Estados Unidos han experimentado un fuerte aumento en los últimos días, anticipando las tarifas del 25% sobre las importaciones de acero y aluminio que el presidente Donald Trump planea imponer a partir del 12 de marzo de 2025. Esta medida ha creado una gran incertidumbre en el mercado, llevando a los comerciantes a aumentar los precios de los metales en anticipación a las restricciones comerciales.
Los precios de los metales en EE. UU. han alcanzado niveles récord en los últimos días. Por ejemplo, el precio adicional del aluminio en el mercado estadounidense ha aumentado un 25% desde el viernes pasado, y ha subido un 60% desde que Trump fue reelegido. Esto significa que los precios que pagan las empresas estadounidenses por estos metales están significativamente por encima de los precios en el mercado global.
Aunque el objetivo de las tarifas es apoyar a los productores de metales estadounidenses, la industria enfrenta desafíos significativos para aumentar la producción. En el caso del aluminio, los productores estadounidenses han reducido su capacidad de producción en los últimos años, y reabrir plantas cerradas o construir nuevas instalaciones tomará tiempo.
Esto ha llevado a una situación en la que los precios de los metales en EE. UU. se disparan, mientras que la capacidad de producción nacional no puede satisfacer la demanda.
Las empresas que dependen de estos metales, como fabricantes de automóviles y productos de consumo, están preocupadas por el impacto de los aumentos de precios en sus costos de producción. Jim Farley, director ejecutivo de Ford, ha expresado su preocupación por la incertidumbre política y ha viajado a Washington para lobbear contra las tarifas. Además, la industria del aluminio ha pedido al gobierno que trabaje en aumentar la capacidad de producción nacional para satisfacer la demanda interna.
A pesar de los desafíos, algunos analistas creen que a largo plazo, las tarifas podrían impulsar la inversión en la industria de metales en EE. UU., lo que podría aumentar la capacidad de producción y reducir la dependencia de las importaciones. Sin embargo, en el corto plazo, los precios de los metales seguirán siendo altos y los consumidores y empresas estadounidenses enfrentarán mayores costos.