Desde que Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos en enero de 2025, el peso argentino ha mostrado una tendencia a la depreciación, influenciado tanto por factores internos como externos. De acuerdo con Bloomberg, la moneda argentina ha experimentado una caída significativa en las últimas semanas, en medio de un panorama económico desafiante y la aplicación de políticas de ajuste por parte del gobierno de Javier Milei.
El presidente Javier Milei ha implementado una estrategia de austeridad fiscal con el objetivo de estabilizar la economía argentina y reducir la inflación. Su administración ha recortado drásticamente el gasto público y ha mantenido una política de devaluación controlada del peso. Según el presupuesto oficial, el gobierno espera que la tasa de cambio oficial termine 2025 en 1,207 pesos por dólar, lo que indicaría una depreciación mensual del 2%, en línea con la política de “crawling peg” que el gobierno aplica.
A medida que la inflación sigue siendo un desafío clave, el gobierno ha adoptado una postura firme en la reducción del déficit fiscal. Según datos del Ministerio de Economía, la inflación anual se espera que disminuya al 18,3% en diciembre de 2025, desde un nivel superior al 236% registrado a principios del año. En este contexto, Milei ha ajustado la tasa de devaluación del peso, reduciéndola del 2% al 1% mensual en un intento de evitar una caída abrupta del poder adquisitivo.
Más allá de las políticas internas, la llegada de Trump a la Casa Blanca ha añadido otro factor de presión sobre el peso argentino. La posibilidad de que su administración implemente nuevas barreras comerciales y aranceles a países latinoamericanos ha generado incertidumbre en los mercados emergentes, lo que ha llevado a una mayor volatilidad cambiaria.
De acuerdo con Nomura, se espera que el peso continúe debilitándose hasta alcanzar los 1,205 pesos por dólar para mayo de 2025. Este pronóstico responde tanto a la incertidumbre global como a las expectativas de una política monetaria más restrictiva por parte de la Reserva Federal de EE. UU., lo que podría fortalecer aún más al dólar frente a monedas emergentes como el peso argentino.
Si bien la administración de Milei busca estabilizar la economía a través de su política de austeridad y ajuste fiscal, los desafíos persisten. La reducción del ritmo de devaluación del peso es una apuesta arriesgada en un contexto de inflación todavía elevada, y cualquier impacto externo, como un endurecimiento de la política comercial de EE. UU., podría acelerar la depreciación de la moneda.
Además, las restricciones en el acceso al crédito y la baja confianza de los inversores internacionales en el mercado argentino podrían dificultar la recuperación económica. Aunque el gobierno espera que la inflación caiga progresivamente, el poder adquisitivo de los ciudadanos sigue viéndose afectado por el alto costo de vida y la incertidumbre económica.
En este escenario, el peso argentino se encuentra en un momento clave, con el gobierno buscando equilibrar la estabilidad económica sin agravar la crisis social. Mientras tanto, la política de EE. UU. bajo la administración de Trump podría añadir un nivel adicional de presión sobre la moneda argentina en los próximos meses.